Mi conexión
Nada. No sentí nada. Me hubiese encantado sentir algo para poder contarlo, pero no fue así. No sólo por mí sino para que Dory sintiera algo especial a través de mí, pero no fui "elegida" para ello.
Me quise hacer la conexión porque tenía curiosidad en saber si la vida guarda algo más de lo que ya conozco y también quería saber si algunas cosas que pasaban en mi vida, podrían con ello arreglarse.
Fui la segunda persona a la que Dory conectó.
El primer día fui muy tranquila, con mi pareja y lo único que puedo destacar era el ruido de vehículos de todo tipo que sólo yo escuché...
El segundo día fui más nerviosa. Mi abuela se debatía entre la vida y la muerte y nada más tumbarme en la camilla, comencé a llorar. Lo único que quería era irme y llegué a pensar que por ello mi conexión no se había hecho bien. Estaba tan tensa que posiblemente había puesto una barrera entre Dory y mi persona.
Empezaron los síntomas más tarde. Alrededor de 2 ó 3 semanas después, comencé a estar muy nerviosa por las noches. Tenía que salir a correr (cosa que no hago desde que era una niña), a saltar, a andar durante horas... parecía como si algo dentro de mi cuerpo botara en cada rincón y no me dejaba ni relajarme ni descansar. Tenía que buscar el modo de calmar el nerviosismo interior que había en mí.
De madrugada, más de lo mismo. Todas las noches y sin ninguna razón, a partir de las 2 me despertaba. Al tiempo los sueños que tenía me asustaban. No eran los sueños que yo siempre, desde que tengo uso de razón, tenía.
Era algo raro. No sé explicar porqué pero estoy segura de que no eran sueños. Me sobresaltaban las caras que en esos sueños veía. Me miraban y algunas veces veía como se alejaban de mí personas, como si me abandonaran a mi suerte en la nueva vida que ahora había elegido vivir.
Os aseguro que es cierto. Nunca he visto algo igual en mis sueños, no sé explicarlo bien, tan solo sé que no eran sueños.
Una noche un hombre vestido como un vagabundo, me miraba, giró su cabeza y empezó a andar por un camino que no tenía fin, en un paisaje totalmente desierto. Era un camino que se perdía en lo infinito. Era como si me quisiera decir algo pero no se qué. Y todas las noches más de lo mismo. Siempre me despertaba a la misma hora y estaba agotada porque estaba cansada, tenía sueño, quería dormir pero no podía. Debo confesar que estuve un mes o más bastante asustada. Incluso llegué a llorar arrepintiéndome de haberme hecho la conexión. Sentía miedo. Quería dormir, descansar, estar tranquila alguna noche pero ..... ¿cómo podía ahora dar marcha atrás?
Pensé en lo que Dory decía. "Ahora no me necesitas. Pide lo que quieras".
Pues lo primero que pedí fue poder dormir y descansar. Y fue bien. Ahora tan solo a veces, me pasa.
Hoy respiro profundamente y siento paz. Es diferente. Es como que el aire, cuando inspiro, llega hasta el fondo, hasta todos los rincones de mi cuerpo en donde antes tenía que haber llegado.
Las cosas en mi vida se van colocando poco a poco y algunas de ellas, creedme, veía imposible que llegaran.
Conozco a Dory desde que era niña y ahora tengo más de 30. Aunque no hubiese sentido nada, quiero que sepáis todos los que leáis esto, que lo más especial en mi vida ha sido conocerla. Siempre está. La necesito y siempre está y eso aún no me lo ha ofrecido nadie. Ahora es mi madre espiritual pero siempre ha sido mi guía. Por eso en este camino quise acompañarla.
Ojalá algún día pueda recompensarte todo lo que siempre has hecho por mí, que es mucho.
Gracias Dory,
Ana Marta.
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